A lo largo del texto se pretende dar un punto de vista relacionado a la sociedad postindustrial, pero sobre todo a
lo que Daniel Cohen denomina “La era de las rupturas”, que es la lección 1 dentro de las tres lecciones de la
sociedad postindustrial. Por otro lado, analizar la influencia que han tenido las distintas revoluciones y los distintos acontecimientos que se dieron en la era de las rupturas, sobre la sociedad postindustrial.
Cuando se habla de Sociedad Post Industrial, se refiere al hecho de describir el estado de un sistema político, económico y social que corresponde a una situación de desarrollo posterior al proceso de industrialización de la Revolución Industrial.
Sin embargo, para Marx, la historia era una sucesión de fases de la que el capitalismo no era más que una etapa. El capitalismo del siglo XX se construyó alrededor de una figura central: la de la gran firma industrial. En donde, los mismos dirigentes son asalariados y sus objetivos coinciden con los de sus subordinados: proteger a la firma de los avatares de la coyuntura. Mientras tanto, la sociedad industrial del siglo XX relaciona un modo de producción con un modo de protección, sellando la unidad entre la cuestión económica y la cuestión social.
Con referencia a lo anterior, se da lo que se denomina la sociedad de servicios, en donde, la materia trabajada por el hombre es el propio hombre. Los economistas forjaron un término denominado el “face to face”, en donde el trabajo exige un contacto directo entre productor y cliente. Es en este punto, donde se considera que el empleo pasa del sector de la industria al de los servicios, así como anteriormente se había pasado de la agricultura a la industria.
Por otro lado, se da la denominada sociedad de la información, en donde se presentaba la sociedad postindustrial como una sociedad del conocimiento. En esta sociedad se modifica la economía tal como había sido analizada por Adam Smith o por Karl Marx, denominada la “nueva economía”. Esta economía definía que un programa es caro de diseñar pero no de fabricar, es decir, la primera unidad del producto fabricado sería la única costosa, ya que la segunda y las demás tendrían un costo más bajo y/o nulo en ciertos casos.
Por último y como resultado de lo anteriormente mencionado, se da la sociedad postindustrial. Esta sociedad fija básicamente la unidad de dos términos opuestos: lo inmaterial o el diseño de los bienes y su comercialización o lo que radica en su prescripción. La Sociedad Post Industrial ha sufrido una trasformación económica, que reestructura la sociedad en una economía basada en la industria a otra basada en los servicios, la información y el conocimiento.
Es por esto que los países que han aprovechado oportunamente las revoluciones tecnológicas que han dado lugar a estos cambios de la sociedad, son los que mejor han avanzado en su desarrollo económico y social.
Algunos rasgos de las sociedades post-industriales son: un rápido aumento del sector de los servicios, en comparación con el sector industrial; un considerable aumento de las tecnologías de la información, a lo que se le conoce "la era de la información"; el conocimiento, la información y la creatividad son las nuevas materias primas de la economía.
A partir de estos argumentos, llegamos a lo que se denomina “la era de las rupturas” o la primera lección de la sociedad postindustrial. En primer lugar, se da la que fue producida por la denominada “tercera revolución industrial”. La segunda ruptura fue de carácter social, procede de una nueva manera de concebir el trabajo humano. En tercer lugar, tenemos una revolución cultural, que suele asociarse con un despertar del individualismo contemporáneo. La cuarta ruptura procede de los mercados financieros. Y por último la quinta ruptura se refiere a la globalización.
Teniendo en cuenta las cinco rupturas anteriormente mencionadas, se hablara de las revoluciones que dieron paso a cada una de ellas. Para empezar se encuentra la revolución tecnológica, se presenta en “racimos” alrededor de algunas innovaciones radicales. En los siglos XVIII, la máquina de vapor de Watt, la máquina de tejer de Hargreaves y la metalurgia, dan pie a los inicios de la industrialización. A fines del siglo XIX son la electricidad, el teléfono y el motor de explosión los que transforman el mundo.
Para caracterizar las revoluciones industriales, los economistas hablan de General Purpose Technology (GTP), tecnologías de uso múltiple cuyo potencial excede las intenciones y la imaginación de sus inventores.
Luego, se encuentra la revolución social, en esta el patrón es quien aporta el capital y la máquina de vapor la que reemplaza las energías naturales: el agua, el viento, el transporte animal o humano. Entonces, cuando se inventó la electricidad, los artesanos que no contaban con máquinas de vapor pensaron que había llegado la hora de su desquite, ya que la electricidad prometía una facilidad al acceso de la energía.
En tercer lugar, se encuentran los nuevos principios de la organización del trabajo, en estos principios frente a la clientela, la sociedad de la información permite a los productores una producción flexible, “justo a tiempo” y “a medida”. Es allí cuando las nuevas tecnologías tienden a hacer más productivos a los trabajadores calificados y desvalorizan el trabajo de lo menos calificados.
Entonces, como el trabajo no calificado empieza a sobreabundar, su remuneración baja, mientras que en el trabajo calificado el salario empieza a crecer, pues se torna más productivo. De esta forma, se da una reorganización del trabajo, que consiste en hacer todo lo posible para acabar con los “tiempos muertos”, y ya no se trata de pagar a alguien para no hacer nada, para esperar al cliente en la caja o en otra parte; la caza del tiempo muerto obliga a que un empleado siempre tenga algo que hacer.
En cuarto lugar, se encuentran las contradicciones del fordismo; toda la historia del fordismo se encuentra en esta idea: al aumentar los salarios, se incrementa la productividad. Pero es aquí donde se juega la contradicción interna del fordismo: para adquirir el asentimiento de los obreros no basta con duplicar su salario respecto de lo que ganaban antes; hay que hacerlo en relación con lo que ganarían en otra parte.
No obstante, los límites del fordismo se alcanzan cuando la inflación salarial, una vez generalizada, no desemboca en productividad, sino en la inflación a secas, cuando las firmas no tienen otra elección que transferir los aumentos de salarios sobre sus precios de venta.
Sin embargo, otra fórmula otorgada a Ford era: no esperar de sus obreros “ni que sepan leer, ni que sepan escribir, ni que sepan hablar inglés, sino tan sólo que no beban en el trabajo”. Pero es aquí donde se juega la contradicción “externa” del fordismo. Mientras los primeros obreros no saben ni leer, ni escribir, ni hablar inglés, no ocurrirá lo mismo con sus hijos y nietos, entonces, los progresos de la educación acaban con los fundamentos del fordismo.
Por otro lado, se encuentra mayo del 68, un acontecimiento que tuvo una dimensión de entrada internacional. En Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, se trata de un único y mismo movimiento, mismas fuerzas motrices, mismas ideologías, mismas prácticas. Es una situación semejante al Fordismo, cuando se hace trabajar a los inmigrantes que no saben ni leer ni escribir, la sociedad progresivamente va a aprender a hacer trabajar una juventud rebelde que, en este caso, está escolarizada. En aspecto, es más fácil caracterizar a Mayo del 68 por la emergencia de la juventud como fuerza social autónoma.
Finalmente, se encuentra la revolución financiera, en esta los accionistas abandonan sus empresas en manos de “managers”. En 1932, Berle y Means explican que esta delegación de autoridad es la única solución frente a la contradicción entre el tamaño creciente de las empresas y los recursos limitados del capitalismo familiar.
Después de todo esto que viven los mayores pero que recae sobre los jóvenes, la industrialización, el fordismo, la violación a los derechos del empleado, etc. ¿En que podría desempeñarse un joven que no sea de la clase social alta o que no cuente tampoco con los recursos básicos para sobrevivir?
Para concluir y dar respuesta a este interrogante, se puede decir que a mediados de la década de 1990, muchos siguieron el destino de jóvenes obreros a los que ya no se les propone ningún empleo por falta de “habilidades”. Sin embargo con el mejoramiento económico se produjo una reactivación en el empleo industrial. Y es allí donde los jóvenes empiezan a elegir empleos “duros” y nocturnos, porque son mejor pagos.
Bibliografía
· COHEN DANIEL, Tres lecciones sobre la sociedad postindustrial, Katz Editores, Madrid, 2006.
ensayo por: Viviana Katalina Pedraza Mora
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